Para hablar de tecnología, pensemos en necesidades

Los profesionales de la salud a menudo nos quejamos –y no sin razón- de que las innovaciones tecnológicas que pretenden mejorar nuestro trabajo se implantan sin contar con nosotros; que cuando la tecnología (especialmente las TIC) llega a nuestra consulta lo hace tarde y mal, con funcionalidades que no se adaptan a nuestras actividades e incluso dificultan determinadas tareas.

¿Dónde está el problema? Desde luego es evidente que ingenieros, analistas y desarrolladores son grandes profesionales capaces de convertir los avances tecnológicos en herramientas, que nos ayuden tanto a hacer mejor lo que ya hacíamos como a hacer aquello que no éramos capaces de realizar. Sin embargo,  los profesionales de las TIC desconocen las necesidades de médicos, enfermeros y otras hierbas, quienes usamos la tecnología para trabajar en la mejora de la salud de las personas.

Y hablamos de necesidades reales, de esas pegadas al día a día, que se escriben con letras minúsculas pero repercuten en personas con nombre y apellidos.

La asistencia sanitaria se basa en tres axiomas: la priorización de problemas, la elección del mar menor y la aceptación del principio de incertidumbre. Todo ello aderezado con determinantes sociales, habilidades de comunicacionales y emocionales de profesionales y pacientes, del nivel de alfabetización en salud de estos últimos y, por supuesto, de las condiciones laborales del propio trabajo (organización, presión asistencial, medios disponibles). Se trata pues de un ejercicio profesional complejo, extremadamente variable y difícilmente estandarizable: ¡la pesadilla de cualquier ingeniero!

Resulta, por tanto, absolutamente necesario que los profesionales sanitarios seamos capaces de detectar qué es lo que nos hace falta, cuáles son nuestras necesidades en ese complejo ecosistema, para que nuestro trabajo asistencial mejore o sea más sencillo. Y esto no es fácil.; parte de una tarea íntima de introspección y reflexión.  Qué necesito, qué me falta para mejorar, qué me ayudaría a trabajar mejor.

Supongamos que hemos hecho nuestros deberes. Ya sabemos qué es lo que nos hace falta. Y ¿ahora qué hacemos? Esa valiosísima información suele quedar relegada  ser un comentario con nuestros colegas en la cafetería. En el mejor de los casos, twiteada en busca de que en su camino por el ciberespacio encuentre unos oídos que le den forma.

Me resisto a pensar que nuestras organizaciones desprecian esa experiencia de usuario, mientras hay empresas que gastan elevadas sumas de dinero en conseguirla a través de encuestas y agencias especializadas.

El enorme movimiento de la sanidad en las redes sociales demuestra que los profesionales no queremos ser convidados de piedra.  Queremos participar y cuando no encontramos el camino creamos nuestras propias aplicaciones “caseras” o damos nuevos usos a las que ya existen. Eso sí, generalmente fuera de cauces oficiales y con ninguna ayuda.

posterjornadaperiscopio_webNosotros, los profesionales sanitarios, necesitamos soluciones. Los desarrolladores necesitan “necesidades”. Y esa comunicación entre ambos mundos debería ser una constante para evitar que las aplicaciones se muevan en el campo del ensayo-error, donde solo un pequeño porcentaje resultan de utilidad real. Con esta idea en ITACA-Sabien hemos puesto en marcha la iniciativa de las jornadas periscopio. Queremos saber lo que pasa a nuestro alrededor para luego ser capaces de construir el futuro. Y empezamos por el principio. En la primera jornada vamos a hablar de necesidades para poder hablar de tecnología.

Tendremos a dos interesantes ponentes: Carlos Almendro Padilla quien nos hablará de las necesidades en el ámbito de la Atención Primaria y Bernardo Valdivieso Martínez quien hablará de dichas necesidades pero en un entorno hospitalario.

Pero la pregunta, el debate que quiere generar la jornada debería comenzar ya. ¿Qué me hace falta para mejorar?

Damos por sentado que los recursos humanos y materiales son lo primero. Disponer de tiempo, disponer de medios para realizar nuestras tareas. Estas necesidades no son diferentes a las de cualquier otro trabajo, y se presupone que nuestras organizaciones deben trabajar en ello para dar respuestas a las demandas de la sociedad.

Más allá: comunicación, formación, información, liderazgo. Estas son las grandes áreas de nuestras necesidades “narrativas” donde más podemos intervenir para obtener mejores resultados en nuestras tareas. Identificar todas y cada una de las necesidades que se encuadran es estos apartados no es una tarea que pueda estar acotada en el tiempo. Pero hay que empezar, y hay que contarlo. Si te animas a poner tu granito de arena, entre todos quizá consigamos resultados antes de lo que creemos.

Ya sabes, #sabienperiscopio

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